Producto de un estilo plenamente califal (lo inició Abderramán III, a finales de su califato, y continuó durante 75 años, hasta la caída de los califas, a principios del siglo XI), comprobamos la proliferación de arcos califales (de herradura, muy cerrados, enmarcados en un alfiz).
La conclusión es evidente: se trata de una construcción patrocinada por el califa, por lo que se vincula a un claro esplendor en lo político y en lo cultural.
Aquí observamos un ejemplo de la decoración musulmana: se trata de motivos vegetales, propios de una civilización que, desde sus orígenes, se implantó en territorios de clima árido o pseudo-árido,con escasas precipitaciones y elevada evapotranspiración potencial. Como consecuencia, la vegetación era un ejemplo inequívoco de riqueza y opulencia.
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