Como sabemos, se trata de un edificio bizantino que posee el rango de catedral y de iglesia patriarcal (en Venecia no hay obispo, sino patriarca católico), y el de basílica mayor.
En las imágenes superiores observamos que la fachada principal, o fachada occidental, presenta dos cuerpos. El cuerpo inferior consta de cinco portadas, y el superior, de estilo gótico del Véneto, florido, del siglo XV. En este cuerpo se pueden apreciar copias de los cuatro caballos, procedentes de Constantinopla, a causa del "botín de guerra" conseguido por los venecianos en la IV Cruzada, en 1204.
El interior se organiza en torno a tres naves y un presbiterio que está limitado por un rico iconostasio (estructura dispuesta para ofrecer los iconos, muy del gusto de los edificios de tradición bizantina).
En cuanto a las cubiertas, comprobamos la existencia de múltiples cúpulas, en concreto cinco, de forma que el espacio dedicado al desarrollo de las bóvedas de medio cañón es mínimo (típico de los edificios románicos), por lo que casi se trata de simples intradoses.
Respecto a las cúpulas, medias esferas de mampostería, fueron recubiertas con otras cúpulas de mayor tamaño, allá por el siglo XIII. Cada una de ellas descansa sobre cuatro bóvedas de dimensiones importantes. Estas bóvedas, a su vez, están soportadas por cuatro pilares.
La cúpula mayor el la cúpula de la Ascensión, que descansa sobre el crucero del edificio. En el presbiterio se halla la de los Profetas, y sobre la nave principal, la del Día de Pentecostés. En el brazo norte del transepto encontramos la de San Juan, y la de San Leonardo en el brazo sur.
Una de tantas cúpulas que forman las cubiertas, de forma que las naves de medio cañón son casi unos simples intradoses.
Vista de San Marcos, desde la plaza. Comprobamos que el campanile, como en muchos otros edificios, está ubicado exento.
Comprobamos, una vez más, los gabletes en el cuerpo superior, que pueden ser ejemplo del gótico florido.
De todo lo visto, podemos deducir que el modelo arquitectónico que aquí se desarrolla es típico del arte bizantino. De hecho, se basa en la Iglesia de los Doce Apóstoles, construida en la época de Justiniano y destruida en 1462. El edificio que conocemos en el siglo XXI fue levantado sobre las ruinas de la primera y segunda iglesia, sobre el espacio disponible entre el Palacio del Dogo y la Iglesia de San Teodoro, que data del siglo IX.
Así, el edificio cumple con el principio de la bipartición en todos los elementos arquitectónicos y decorativos, tanto en el interior como en el exterior. Esta bipartición incide en la fusión mística del Cielo y la Tierra.
El Cielo se representa, en el exterior, por medio de los mosaicos realizados con teselas de vidrio que contienen, en su interior, bien diferentes colores, bien pan de oro. La referencia a lo terrenal se realiza con los elementos geométricos de decoración de los suelos.
Aquí, un elemento decorativo del estilo gótico florido que antes hemos comentado.
Aquí tenemos algunos ejemplos de las representaciones del Cielo mediante mosaicos, en el exterior. En el interior, como hemos visto en imágenes anteriores, se utiliza el mismo recurso.
Los mosaicos son un elemento estético de primer orden. Los del atrio, narran lo que ocurre en el Pentateuco, nombre dado a los primeros cinco libros de la Biblia y atribuido a Moisés.
En la cúpula aparece la creación del mundo, el hexaemeron,, porque la tradición dice que Dios la realizó en seis días, así como la historia de Adán y Eva. Siguen las historias de Caín y Abel, Noé, el Diluvio, la Torre de Babel, Abraham y las historias de José. Todo ello termina con Moisés y el cruce del Mar Rojo.
Además de todo lo comentado, por sólo aportar un sólo detalle importante, recordemos que el altar mayor dispone de un retablo, la Pala d'Oro, cuya descripción excede estas líneas.
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