Los servicios que ofrece un punto central son aquellos que demanda la sociedad, independientemente de la naturaleza de estos. Pero no todos los servicios tiene el mismo precio, ni la población tiene la misma necesidad de desplazarse para obtenerlos, ni está dispuesta a ir a cualquier sitio donde se ofrezca. Existe una lógica de comportamiento económico que gobierna la aparición de servicios y sus posibilidades de triunfar.
El otro elemento que entra en juego es el alcance físico del mercado. Hay que tener en cuenta que el coste final del producto no sólo depende del precio de venta al público si no que hay que sumarle el transporte de ida y vuelta. Este coste del transporte hay que valorarlo tanto en el dinero que nos cuesta el desplazamiento como el tiempo empleado en él. De la misma manera que antes, un consumidor está dispuesto a desplazarse más lejos para obtener servicios más caros y especializados que para los servicios normales. Así, es normal que las personas estén dispuestas a desplazarse muchos kilómetros y durante muchas horas para ir a un hospital, pero no para comprar una barra de pan.
Lo más normal es que la población se localice cerca de los lugares centrales, allí donde están los servicios más necesarios, y que deberían resultar relativamente baratos.
En el modelo de Christaller, los lugares centrales aparecen en el centro de un exágono, ya que esta figura geométrica es un modelo teórico, en principio basado en una idea racional de jerarquización del espacio, que garantiza el mejor servicio a todo ese espacio.
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