SIRE:
La bondad de nuestros reyes ha concedido siempre a la nobleza la libertad de recurrir a ellos en todas las ocasiones, ya que la preeminencia de sus cualidades es ha acercado siempre a sus augustas personas, en correspondencia a la fiel ejecución de sus reales acciones.
No relataré a V.M. todo lo que la antigüedad nos enseña sobre las preeminencias que el nacimiento ha concedido a ese orden y sobre su gran diferencia con respecto al resto del pueblo, con el que nunca ha soportado ser comparada. Podría, SIRE, extenderme en este punto, pero una verdad tan evidente no necesita testimonio para ser de todos conocida…; y, además, hablo en presencia del rey, a que sabemos celoso de nuestro mantenimiento, porque formamos parte de su brillo, como nosotros lo seríamos de pedirle y suplicarle, si no fuera porque una extraordinaria novedad nos hace pronunciarnos para quejarnos, en lugar de para elevar nuestras más humildes súplicas.
SIRE, Vuestra Majestad ha creído agradable convocar los Estados Generales de los tres órdenes de su reino, órdenes de destino separados por sus funciones y sus cualidades. La Iglesia, dedicada al servicio de Dios y de las almas, ocupa el primer rango, honramos a los prelados y a sus ministros como a nuestros padres, y como a los mediadores de nuestra reconciliación con Dios.
La nobleza, SIRE, ocupa el segundo rango. Es el brazo derecho de vuestra justicia, el sostén de vuestra corona, y la fuerza invencible del Estado.
Bajo los felices auspicios y la valerosa conducta de los reyes, al precio de su sangre, y gracias al uso de sus victoriosas armas, ha establecido la tranquilidad pública, y gracias a sus penas y labores, el tercer estado goza hoy de las comodidades que la paz proporciona.
Este orden, SIRE, ocupa el último rango en la asamblea, orden compuesto por el pueblo de las ciudades y de los campos, está sometido, al menos éstos últimos, al honor y la justicia de los dos primeros órdenes; los de las ciudades, burgueses, comerciantes, artesanos y ciertos oficiales son quienes desconocen su condición y, olvidando todos sus deberes, sin la aprobación de aquellos a los que representan, quienes quieren compararse con nosotros.
Siento vergüenza, SIRE, al citaros los términos con que nuevamente nos han ofendido. Comparan vuestro Estado a una familia compuesta por tres hermanos. Dicen que el orden eclesiástico es el primogénito, nosotros el segundo y ellos los cadetes.
¡En qué miserable condición hemos caído si esas palabras son ciertas! ¡Cómo! ¡Tantos servicios prestados desde tiempo inmemorial, tanto honores y dignidades transmitidos hereditariamente a la nobleza y merecidos por sus labores y su fidelidad, habrá servido […] en lugar de para elevarla, para rebajar su condición hasta el punto de situarla en relación fraternal con el vulgo, en la más estrecha relación posible entre hombres, la fraternidad!; y no contentos con decirse nuestros hermanos, se atribuyen la restauración del Estado, a lo que, como los franceses lo saben muy bien, no han contribuido en absoluto, y por lo tanto no pueden compararse con nosotros, sin que una comparación tan infundada se nos haga insoportable.
Dictad SIRE, vuestro fallo y, con una declaración llena de justicia, hacedles cumplir con sus deberes y reconocernos como somos y la diferencia que nos separa. […]
FUENTE: SIEYES, Emmanuel (2003) “Ensayo sobre los privilegios” en ¿Qué es el Tercer Estado?-Ensayo sobre los privilegios. Madrid. Alianza. Ciencia política. Págs. 77-79
ACTIVIDADES:
1- ¿Está a favor, o en contra, de los privilegios de la nobleza, el autor de este texto? Justifica tu respuesta.
2- ¿Qué argumentos utiliza el autor del texto para justificar su postura?
jueves, 29 de abril de 2010
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