EL MUNDO, SEGÚN PETERS

martes, 4 de julio de 2017

Desintegración del Imperio carolingio: el Tratado de Verdún de 843

En esta imagen vemos cómo se dividió el Imperio de Carlomagno entre sus nietos, tras el período de Carlomán y de Luis el Piadoso. 

La desintegración del Imperio no sólo puso fin a las hostilidades y revueltas civiles, sino que dio por tierra toda esperanza de mantener unido al imperio. Tras esta división y con pocas modificaciones, se conformó Europa tal como la conocemos.
Carlos El Calvo, heredó las tierras que dieron nacimiento a Francia, Luis El Germánico, recibió la Germania, más los condados de Worms, Espira y Maguncia y Lotario se reservó Italia, las dos capitales imperiales (Roma y Aquisgrán) y una serie de tierras ubicabas entre los límites de los territorios de sus hermanos (desde Italia hasta Mar del Norte).


El sueño profesado por Carlomagno, de regresar la gloria del Antiguo Imperio Romano, sólo pudo perpetuarse durante su existencia. Ludovico Pío, que ya en vida repartió las tierras entre sus hijos y que no por ello pudo evitar que de todos modos lo destronaran, fue un monarca débil. A partir de esta etapa, los reyes pierden el poder que sus coronas les otorgan para convertirse en figuras menos importantes que los caballeros que componen la sociedad medieval. Un rey carente de recursos, que dependía de los señores, gobernante de un territorio fragmentado, no representaba el poder imperial. La pretendida unidad política y así jurídica quedó disuelta al igual que las tierras. Cabe mencionar que a lo largo de la Edad Media, la supremacía del poder oscilará entre la Iglesia y los reyes, a menudo los señores serán más acaudalados que los monarcas.

Las consecuencias del Tratado de Verdún pueden rastrearse en el nacimiento de dos futuras naciones: Francia y Alemania. En relación con Lotario, su división no tardó en desintegrarse dando paso al Tratado de Meersen (870) que reemplazó al del 843. A partir de entonces, los territorios de Lotario pasaron a llamarse la Lotaringia, comprendida por una serie de tierras difíciles de ensamblar unas con otras que, tras su muerte, se dividieron entre sus hijos (Luis IILotario II Carlos).
La Lotaringia comprendió los Países Bajos (Bélgica y Luxemburgo), parte de Alemania (Renania del Norte, Renania-Palatinado y Sarre) y algunas zonas de Francia: Alsacia y Lorena, más las regiones del Ródano, Saona, Mosa y del Escalada.
Tras el Tratado de Verdún estas tierras no volvieron a ser parte de una misma corona, abandonando toda pretensión de unidad geográfica y jurídica.

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