lunes, 13 de marzo de 2017

Teocentrismo y Antropocentrismo

El teocentrismo y el antropocentrismo fueron dos formas de analizar y considerar la relación que existía entre Dios y el Hombre. En el momento que estamos estudiando en 2º de la ESO, el teocentrismo sería el planteamiento que se siguió en el mundo cristiano (y en el musulmán) hasta finales de la Edad Media, al menos. 

Teocentrismo implicaba que todo lo que ocurría en la vida del hombre, desde las actividades económicas (prioritariamente las agrarias, como sabemos), hasta las relaciones sociales y políticas, tenían a la divinidad como centro rector. Es decir, que todas las decisiones que se tomaban debían, necesariamente, considerar a Dios en primer lugar. 

Como consecuencia de esta forma de pensar, las manifestaciones artísticas debían pivotar en torno a Dios. Así pues, en la alta edad media el estilo artístico más prototípico de Europa Occidental, el románico, tenía como centro a Dios. Así se podía comprobar, por ejemplo, en los diferentes tímpanos de las Iglesias (edificios en los que se practica este estilo) y en los ábsides de las mismas, varias representaciones de Dios en el centro de las composiciones, en actitud de estar ejerciendo el poder, es decir, juzgando. Es el caso de la "maiestas domini" o "pantocrátor", que aparecía representado bien en forma escultórica, bien en forma pictórica. 

Más adelante, etsa visión del mundo (cosmovisión) sería algo mediatizada con el desarrollo de las actividades artesanales y del deseo no de imbuir una idea, sino de ir, progresivamente, incorporando al hombre en lo que ocurría y en la relación con Dios. Como consecuencia, el nuevo estilo artístico, el gótico, si bien es cierto que seguía obsesionado con la divinidad (los pináculos de los edificios góticos son una muestra del intento de los artistas de llegar a Dios) no colocaba a Dios de forma tan poderosa. De esta forma, aunque podemos comprobar la existencia de un pantocrator en la Puerta del Sarmental de la Catedral de Burgos, ya no vemos la mandorla de majestad que se solía utilizar en el románico. Ahora bien, la persistencia de la idea de Dios todopoderoso nos sigue indicando que estamos bajo la idea del teocentrismo. 

A partir de una evolución de la autoestima del ser humano como agente de lo que ocurre, y no sólo como objeto de la acción de Dios, lleva a un nuevo estilo, el renacimiento, que se basa en la filosofía antropocéntrica y en el pensamiento humanista. No es que Dios esté apartado, sino que se considera impoirtante, pero no se destaca su omnipotencia. Así pues, es necesario revisar el concepto del mundo como objeto de Dios y del hombre como un ser completamente sometido. A partir del siglo XV es el Hombre el centro de su destino, de lo que le ocurre, porque la Ciencia y la Técnica le ayudan a pensar, a reflexionar, y no a repetir y a recapitular. El conocimiento se expande, y no se repite a sí mismo. Sería el personaje de Guillermo de Baskerville en El nombre de la Rosa, frente al de Jorge de Burgos, plenamente teocéntrico. 

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