Conocemos como "pintura románica" a esa manifestación artística que se caracteriza por representar determinados conceptos propios del Románico.
Por este motivo, se trata de una expresión pictórica que refleja las características generales de ese arte que se desarrolla, básicamente, entre las invasiones de los pueblos bárbaros y el siglo XIII.
En este estilo, la naturaleza casi no se representa. Esto nos lleva a un tipo de arte en el que el protagonismo lo adquieren las figuras. Unas figuras que están sometidas al marco en el que se encuadran, y que no tratan de expresar el mundo tal y como es, sino una idea. Y esta idea procede de la forma de pensar de la civilización cristiana de esos siglos.
Como consecuencia, nos encontramos ante un arte que expresa dos dimensiones, y no tres. Se huye, por tanto, de la perspectiva y, cuando las figuras presentan un tamaño diferente, esto se debe a que se trata de expresar una jerarquía conceptual, y no una mayor o menor cercanía respecto del espectador.
En relación con esto, los colores que se emplean son brillantes y no están graduados, puesto que los volúmenes, o los juegos de luces y sombras, propios de estilos que tratan de reflejar el mundo real, no aparecen. Por el contrario, los colores son planos, y encorsetados en un trazo de dibujo grueso.
Respecto a las características de las figuras, éstas presentan rostros rígidos, serios, sin expresión. De la misma forma, las ropas muestran pliegues simétricos que no sugieren naturalidad. Las figuras, por ello, son rígidas e hieráticas.
Los temas son variados, y presentan las mismas características que la escultura: el Pantocrator, imágenes de vidas de santos, de la vida cotidiana de las personas...y, por supuesto, todo el bestiario románico: demonios, monstruos...que tratan de sugerir lo que puede acontecer en el caso de que los fieles no cumplan las órdenes de la Iglesia (como representantes de Dios) y de los poderes políticos (también representantes de la divinidad).
En cuanto a la ubicación de estas pinturas, podemos encontrar ricas representaciones en los altares, en forma de fresco. También en los diferentes códices, libros y textos de la época, y, en ocasiones, en algunas vidrieras.
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